Spotify cuenta con unos 100 millones de usuarios, de los cuales la mitad son de pago. Sin embargo, se estima que el 90% de sus ingresos vienen de esa segunda mitad. Los que usan el servicio en su modalidad gratuita suponen una pequeña fracción de los ingresos, la décima parte. No sería descabellado pensar que en los próximos trimestres la compañía empuje de forma cada vez más agresiva a sus usuarios para que se pasen a la suscripción de pago: los usuarios que se puedan quedar en el camino seguramente compensen frente a los que comiencen a pagar la cuota mensual. Paralelamente, la industria musical tiene una relación de amor-odio con quienes usan servicios gratuitos de música en streaming: los ingresos que dejan por publicidad son nimios, pero vetarles esta opción supondría en muchos casos empujarles de nuevo a la piratería, el mal mayor. Susto o muerte.


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